NO AL FAST FOOD PARA NUESTROS HIJOS

En ocasiones esporádicas, como es el caso de alguna celebración, la familia sale a comer o cenar fuera de casa. Los padres deben aprovechar este momento para introducir nuevos alimentos y diferentes cocciones que seguramente rechazarían en casa.

Cuando los niños escogen por sí mismos, suelen decantarse por alimentos como las pastas, filetes rebozados, filetes rellenos de jamón y queso, dulces y guarniciones a base de patatas fritas, dejando a un lado los que son más sanos y nutritivos como las verduras, hortalizas, frutas y pescados.

Los padres son el modelo a seguir en cuanto a hábitos alimentarios, deben promover estilos de vida saludables, ser un ejemplo en la mesa y promocionar la salud, sin excusas ni distracciones.

Son responsables de animar a sus hijos a que se decanten por las elecciones más sanas y apetitosas, con el objetivo de no desequilibrar la dieta, sobre todo si el niño está intentando bajar de peso.

¿Por qué hay que huir de los restaurantes de comida rápida?

Las cadenas de restaurantes de comida rápida cada vez ganan más consumidores por la rapidez que ofrecen en su servicio, los amplios horarios, las preparaciones gustosas y los precios económicos.

Según la Federación Española de Hoteles y Restaurantes (FEHR), en España hay ya cerca de 3.000 locales de este tipo y su número sigue creciendo de manera imparable.

Mucha gente, por falta de tiempo o de ganas de cocinar acude a estos restaurantes más ocasiones de las aconsejadas. Además, muchos establecimientos de este tipo llaman la atención de los más pequeños con sus salas adecuadas para el juego infantil y con los menús especiales con regalos divertidos.

Si su consumo es ocasional y moderado

no tiene que suponer ningún inconveniente para la salud del niño pero si se  convierte en un hábito que sustituye a los alimentos básicos  de la pirámide alimentaria puede provocar:

  • Exceso de calorías.

Con tan sólo una comida fast food se ingiere más de la mitad de la energía diaria necesaria. Si a ello añadimos la energía aportada por el resto de comidas del día, el contenido energético de la ingesta total se dispara y se favorece el exceso de peso.

  • Demasiada grasa saturada y colesterol.

El exceso de grasas saturadas y colesterol presentes en estos productos (carnes, salsas a base de huevo, mantequilla, nata, manteca, aceites de coco y palma que se usan en la fritura, etc.) aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia. Son enfermedades típicas de la edad adulta, pero se están viendo casos demasiado tempranos.

  • Digestiones difíciles.

En la mayoría de las ocasiones los alimentos están fritos, empanados o rebozados, por lo que se enriquecen en grasa, que calentada resulta aún más indigesta.

  • Exceso de aditivos.

Los productos servidos en los restaurantes de comida rápida contienen más sal que los preparados en casa, en parte porque el sodio se utiliza como conservante. Además, se utilizan otros conservantes, colorantes, anti apelmazantes, estabilizantes, etc. para conseguir el aspecto deseado en cuanto a color, olor, sabor y textura y así, una mayor aceptación por el consumidor. Estos platos suelen incluir condimentos fuertes o aditivos que potencian el sabor y que estimulan el apetito y, con el tiempo, alteran la percepción del sentido del gusto y crean hábito (incluso dependencia).