CURSO ALERGIAS E INTOLERANCIAS ALIMENTARIAS

Una alimentación equilibrada y variada en todos los grupos de alimentos mantiene nuestro organismo sano.

Comer con moderación carnes, pesados, huevos, lácteos, frutas, verduras, hortalizas, cereales, legumbres, frutos secos y grasas vegetales aporta los nutrientes necesarios para la vida, además de la energía necesaria para hacer frente a la actividad diaria. Esto parece fácil pero se complica cuando una persona debe excluir un determinado alimento porque daña su salud, incluso pone en peligro su vida.

Para el buen entendimiento de este libro hay que tener claros 3 conceptos: reacción adversa a un alimento, alergia o hipersensibilidad alimentaria e intolerancia alimentaria.

La reacción adversa a un alimento es la respuesta clínica anormal que presentan determinadas personas, y que se atribuye a la ingesta de un alimento o  aditivo alimentario que suele ser tolerado con normalidad por casi todo el mundo.

La alergia alimentaria es una reacción adversa que aparece tras ingerir un alimento de patogenia inmunológica comprobada. Se produce sólo en algunas personas previamente sensibilizadas y puede desencadenarse incluso con pequeñas cantidades del alimento.

Los responsables de la reacción alérgica son las proteínas. Entre los alimentos que causan más alergia en los niños se encuentran la leche, el huevo, los pescados, el trigo, la soja, los cacahuetes y los frutos secos como la nuez. En los adultos, los alimentos más alérgenos son los cacahuates, la nuez y sus derivados, el pescado y los mariscos.

Por último, la intolerancia alimentaria es una respuesta clínica a un determinado alimento en cuya patogenia no interviene, o al menos no se ha podido demostrar, un mecanismo inmunológico. Puede incluir respuestas de  tipo tóxico, farmacológico o de idiosincrasia.

Entre las más frecuentes se encuentran la enfermedad celíaca o intolerancia al gluten de los cereales y las intolerancias a los azúcares como la lactosa, la fructosa o la galactosa.

 Cuando se excluye un grupo de alimentos de la dieta pueden aparecer carencias nutricionales. Por ejemplo, si se eliminan los lácteos puede haber déficit de calcio, si se hace con los cereales puede faltar energía y ciertas vitaminas o si excluye el pescado puede presentarse una carencia de proteínas de alto valor biológico o de ácidos grasos omega 3.

Para evitar complicaciones por falta de nutrientes se tiene que hacer una buena planificación dietética en la que se sustituya el alimento que causa la reacción adversa por otro con las mismas características nutricionales.

Come para nutrirte te ofrece la cápsula formativa «alergias e intolerancias alimentarias» con el objetivo de resolver todas tus dudas  sobre la alimentación que se presentan ante la aparición de una alergia o intolerancia alimentaria.

¿Cuando?

23 de mayo

10:00-13:00
14:00-17:00

¿Donde?

Aula de formación OCIMEDIC
Ctra. de Collblanc 129 – 131
08904- L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

¿Te apuntas?

Incluye: formación intensiva, libro y actividades

Para más información sobre el contenido, precio y ofertas contacta a través de comeparanutrirte@gmail.com

ALERGIAS Y ETIQUETADO (I)

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de legumbres en alimentos manufacturados.

  • Almidones, aromas naturales, caldos vegetales, gomas, harinas, margarinas y proteínas vegetales.
  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de soja: salsa de soja, salsa tamari, sucedáneos de carne (hamburguesas, salchichas, patés, etc.), tofu, aceite de soja, aceite vegetal o aceite vegetal parcialmente hidrogenado (salsas, galletas, etc.) y E-322 (lecitina de soja).
  • Estabilizantes y espesantes en alimentos envasados que contienen legumbres: E-410 (algarrobo o garrofín), E-412 (guar), E-413 (traganto) y E-414 (goma arábiga).

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de cereales en alimentos manufacturados.

  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de arroz: sake, licuados de arroz y almidón de arroz.
  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de maíz: levadura en polvo, caramelo (suele usarse jarabe de maíz), dextrina, maltodextrina, dextrosa, fructosa, glucosa delta lactona, azúcar invertido, jarabe invertido, malta, jarabe de malta, extracto de malta, monoglicéridos, diglicéridos, glutamato monosódico, sorbitol y almidón de maíz.
  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de trigo: todas las clases de harina de trigo, gluten, escanda, germen de trigo, malta de trigo, almidón de trigo, almidón gelatinizado, almidón modificado, proteína vegetal hidrolizada, kamut, condimentos naturales, salsa de soja y chicles.

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de frutas y hortalizas en alimentos manufacturados.

  • Aromas (medicinas, chucherías, pasta de dientes), yogures y otros postres lácteos, zumos, macedonias, potitos, cereales, chocolates, tartas, pan, helados, gelatinas con frutas, mermeladas, licores y frutas escarchadas y frutas desecadas.

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de leche de vaca en alimentos manufacturados.

  • Todos los derivados lácteos: yogures, quesos (incluido el mozzarella), flanes, natillas, cuajadas, mantequilla, nata, etc., productos de panadería, pastelería y bollería, algunos potitos, papillas y cereales, algunas bebidas (batidos, zumos y horchatas), ciertos embutidos (jamón cocido, salchichas, chorizo, salchichón, etc.), cubitos de caldo y sopas de sobre y salsas, fabadas, cocidos y otras conservas, grasas animales y proteínas animales, algunos azúcares, caseína, caseinatos y proteínas de la leche, suero lácteo, lactosa, chicles o pastas de dientes que contengan recaldent (derivado de la caseína), algunos aditivos alimentarios (conservantes, acidulantes, emulgentes, espesantes basados en caseinatos, etc.) y colorante caramelo ( a veces se obtiene de caramelizar la lactosa).

 

ALERGIAS Y ETIQUETADO (II)

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de pescado en alimentos manufacturados.

  • Sopas, caldos, pizzas, preparados para paella, rollitos congelados de cangrejo, pollos alimentados con harinas de pescado, gelatinas, harinas de pescado, productos enriquecidos con omega 3 procedente de pescado.

 Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de marisco en alimentos manufacturados.

  • Sopas, caldos, pizzas, preparado para paella, rollitos congelados de cangrejo y ensaladas.

 Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de huevo en alimentos manufacturados.

  • Huevo, huevo en polvo y sucedáneos de huevo, albúmina, pastelería y bollería (pasteles, galletas, bollos, magdalenas, bizcochos, brillo de bollería, etc.), dulces hojaldrados y empanadas, caramelos, turrones, flanes, cremas, helados y merengues, algunas salsas como la mayonesa y sus derivados, pastas al huevo, algunos potitos, algunos fiambres, embutidos, salchichas y patés, algún pan rallado, preparados a base de rebozados, vinos clarificados con clara de huevo, sopas, consomés, gelatinas y purés preparados y cafés capuchinos y cafés crema (la espuma blanca puede ser obtenida a base de huevo).

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de frutos secos en alimentos manufacturados.

  • Cacahuete o maní o arachis (aunque realmente es una legumbre, puede considerarse como fruto seco), almendras, nueces, nuez moscada, nuez pacana, nuez macadamia, nuez del Brasil y nuez dura americana, anacardos, avellanas, pipas de girasol, pistachos, piñón y castañas.
  • Mazapán, pasta de almendra, turrones y bombones.
  • Frutos secos artificiales.
  • Pastas y cremas que contengan frutos secos (tipo nocilla, etc.), mantequilla de frutos secos (manteca de cacahuete, etc.) y aceite de frutos secos.
  • Satay o saté (salsa de cacahuete).
  • Productos de repostería y panadería que contengan frutos secos (panes de semillas, etc.).
  • Proteína vegetal hidrolizada.
  • Algunos alimentos étnicos.
  • Productos denominados «emulsified» o «emulsionados».
  • Salsas barbacoa, pesto, inglesa, etc.
  • Cereales, galletas saladas, helados, etc.

DIABETES E HIPOGLUCEMIA

En la hipoglucemia los niveles de glucosa bajan más de lo normal. Cuando el nivel de glucosa baja, las células no disponen de la energía necesaria para su funcionamiento, y el organismo reacciona emitiendo unas señales de aviso: la reacción. Conocer los signos de esta reacción es vital para evitar complicaciones.

La hipoglucemia puede aparecer cuando se deja pasar la hora de la comida, cuando se ha realizado más ejercicio del programado sin que se haya ajustado la dieta o la medicación,  cuando la dosis de medicamento (de insulina o de hipoglucemiante oral) ha sido excesiva, por exceso de alcohol (sobretodo cuando no se acompaña de alimentos) o en caso de diarreas o vómitos continuados.

Los signos de hipoglucemia son inicialmente un fuerte dolor de cabeza, sensación de hambre, sudoración fría, cambio de carácter o de estado de ánimo, dolor abdominal y temblores. Si no se corrige, aparece adormecimiento, somnolencia, mareos, vértigo, comportamientos extraños, visión borrosa y dificultad  para pensar o hablar. Cuando la hipoglucemia se pronuncia aún más aparecen convulsiones, alteración de la conciencia e incluso coma.

A veces, los signos de hipoglucemia pueden ser poco marcados y no llamar la atención lo suficiente debido a que muchos de ellos son dependientes del funcionamiento del sistema nervioso vegetativo, y éste puede ser hipofuncionante en el Síndrome de Down. Por ello,  la expresión de los síntomas puede ser muy pobre. Será necesario analizar bien cuáles son los más destacables y comunicarlos a los cuidadores, profesores, etc.

Es importante que el diabético con Síndrome de Down aprenda a pedir atención y ayuda en caso de aparición de estos síntomas. Tendrá que decir  “Soy diabético, me siento mal y midan mi glucosa”. Lo mejor es que lleve siempre consigo una tarjeta de identificación con todos los datos muy claros.

Para tratar la hipoglucemia se deben administrar de 10 a 15 gramos de hidratos de carbono simples (de absorción rápida): Glucosa (2 pastillas de glucosport), medio vaso de zumo de fruta natural, medio vaso de bebida azucarada (no light), 2 terrones de azúcar, 1 sobre de azúcar o un vaso de leche desnatada.

Si en 10-15 minutos no han desaparecido los síntomas se debe volver a repetir otra vez.

Si el diabético ya ha superado la hipoglucemia se deben administrar 10 gramos de hidratos de carbono de acción más prolongada para que no vuelvan a aparecer los síntomas: 20 gramos de pan (una rodaja), 3 galletas tipo maría, un vaso de leche entera, 2 yogures naturales o una pieza de fruta natural.

Si la hipoglucemia lejos de mejorar empeora puede ser que aparezca la pérdida de conciencia. En estos casos será peligroso ofrecer alimentos o líquidos por boca y se tendrá que inyectar rápidamente glucagón intramuscular o subcutáneo. Este medicamento se inyecta debajo de la piel y libera glucosa en la sangre.

DESÓRDENES TIROIDEOS

La glándula tiroides se encuentra localizada en la base del cuello. Tiene forma de mariposa, con dos lóbulos laterales unidos por medio de una zona llamada istmo. Su función es la sintetizar hormonas tiroideas: tiroxina (T3) y triyodotironina (T4). Tienen funciones muy importantes como regular el metabolismo de las células del organismo, estimular el crecimiento, madurar y desarrollar el sistema nervioso, regular la temperatura corporal, ayudar a formar vitamina A y participar en el desarrollo y erupción dental.

Su actividad viene regulada por otra glándula situada en la cabeza y que se llama hipófisis (también conocida por el nombre de pituitaria).

De entre los problemas médicos que presentan las personas con Síndrome de Down, la patología tiroidea ocupa un lugar destacado.  Entre los trastornos más frecuentes se encuentran principalmente el aumento de la producción de hormonas tiroideas (hipertiroidismo) o la escasez de producción (hipotiroidismo).

En edad infantil, aparte del hipotiroidismo autoinmune (puede detectarse mediante el screening neonatal) se presentan otros problemas tiroideos añadidos como  la elevación leve aislada de tirotropina (TSH). Se trata de una alteración transitoria en la mayoría de casos.

En los desórdenes tiroideos es frecuente la aparición de bocio (agrandamiento de la glándula tiroides). Puede ser que se presenten signos y síntomas de hiper o hipotiroidismo o bien, de ambas condiciones a la vez.

Las personas con hipertiroidismo se sienten nerviosas y ansiosas, costándoles permanecer quietas por periodos prolongados. Se sienten acaloradas, cansadas y sudan con mucha facilidad. Frecuentemente tienen diarreas, temblores y latidos del corazón rápidos, incluso cuando están en reposo. Además, se caracterizan por tener los ojos sobresalidos más de lo normal, tener un bajo peso y tener hambre la mayor parte del tiempo (aún después de comer).

Su tratamiento depende de la causa y de la gravedad de los síntomas: tratamiento farmacológico para modular la función tiroidea (medicamentos antitiroideos), yodo radiactivo (destruye la tiroides y detiene la producción excesiva de hormonas) e incluso a la cirugía para extirpar la tiroides en casos graves.

Si la tiroides es destruida por radiación o extirpación, el paciente deberá tomar tratamiento farmacológico que sustituya la función de la hormona tiroidea durante toda la vida.

Las personas con hipotiroidismo padecen debilidad corporal, dolor de músculos y articulaciones. Además, se caracterizan por tener la piel seca, escamosa o uñas o cabellos delgados y quebradizos. Aumentan de peso repentinamente, tienen ronquera, les cambia la voz al hablar, padecen somnolencia y problemas para pensar de forma clara (se olvidan de las cosas y se confunden), tienen problemas para respirar y sus latidos del corazón se vuelven lentos.

 El tratamiento del hipotiroidismo consiste en la administración de las hormonas que escasean.

En función del tipo de hipotiroidismo el tratamiento sustitutivo es para toda la vida. El fármaco más utilizado es la levotiroxina y precisa de un control de los niveles en la sangre periódicamente.

SUSTANCIAS BOCIÓGENAS

La falta de yodo es perjudicial para el buen funcionamiento de la glándula tiroides.

El consumo de compuestos bociógenos presentes en lo alimentos puede agravar el trastorno o acelerar su desarrollo.

Se encuentran de forma natural en ciertos vegetales y tienen la capacidad de bloquear la absorción y correcta utilización del yodo, frenando así la actividad de la glándula tiroides.

Las hortalizas crucíferas (col o repollo, coles de Bruselas, coliflor y brócoli), nabos, rábanos y mostaza contienen glucosinolatos y progoitrina.

Los glucosinolatos dan lugar a las rodanidas (tiocianatos) por degradación enzimática (la enzima se libera al machacar o masticar las verduras crudas). Estas tienen la capacidad de inhibir la incorporación del yodo a la glándula tiroides. Si este paso no ocurre, la síntesis de la hormona tiroidea no se produce.

A partir de la progoitrina se forma la goitrina en el aparato digestivo. Esta inhibe la síntesis de la tiroxina.

El calor destruye la enzima responsable de la formación de dichos compuestos, por ello, el consumir estas verduras cocinadas no suponen ningún riesgo. Aún así, los expertos recomiendan no consumirlas en exceso si se padece hipotiroidismo, por precaución.

Las recetas con verduras crudas estarán totalmente contraindicadas en la dieta de las personas afectadas.

También contiene sustancias bociógenas la yuca. Por este motivo, siempre se debe cocinar antes de consumir. Hacerlo en crudo es nocivo ya que contiene concentrados glucósidos cianogénicos como el tiocianato y otros como la linimarina. Generalmente este alimento se consume cocinado (frito o cocido en cremas o purés) o fermentado. Su harina es utilizada para la fabricación de tortas y panes. Para ello se debe utilizar yuca descontaminada para que no resulte tóxica. Con el pelado se logra eliminar una gran parte de estos compuestos, al igual que el remojo seguido del hervido o el secado al sol durante semanas.

LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA HIDRATACIÓN

La bebida por excelencia necesaria para el buen mantenimiento del organismo y la que más útil para calmar la sed es indudablemente el agua. Esta es igual de importante que la comida, incluso más. Podemos sobrevivir sin comer durante semanas pero, sin embargo, sin agua no lograríamos vivir más de unos pocos días.

Es el elemento más abundante de nuestro organismo, representa entre la mitad y las cuatro quintas partes del peso corporal.

Todos los procesos corporales que permiten la vida dependen del agua, que interviene en el transporte y en la asimilación de los nutrientes, en la distribución del oxígeno mediante la sangre, en la eliminación de las sustancias de desecho mediante la orina y en la regulación de la temperatura mediante el sudor.

Para mantener el equilibrio hídrico es esencial el consumo de una cantidad de agua suficiente; necesitamos alrededor de 3 litros diarios, de los que la mitad aproximadamente la obtenemos a través de la ingesta de los diferentes alimentos y la otra mitad bebiendo de 6 a 8 vasos diarios (esta cantidad debe aumentarse siempre que se realice ejercicio físico intenso y de larga duración, sobretodo en ambientes muy cálidos y húmedos, y también en caso de fiebre, presencia de vómitos y diarrea).

A continuación aparece el porcentaje de agua en algunos alimentos:

  • 90-99%: Leche desnatada y semidesnatada, refrescos, gaseosas, tomates, espárragos, pimientos, berenjena, cebolla, coliflor, melón, sandía, lechuga, etc.
  • 80-89%: Leche entera, zumos, yogur, fresas, piña, cerezas, uvas, naranjas, judías verdes, espinacas, zanahorias, etc.
  • 70-79%: Queso fresco, pollo, pescados, patatas, maíz, plátanos, aceitunas, carnes magras, etc.
  • 60-69%: Carnes semigrasas, salmón, pechuga de pollo, etc.

¿Qué pasa si no se ingiere suficiente agua?.

  • Aparece estreñimiento ya que esta ablanda las heces y acelera el tránsito intestinal.
  • La orina se concentra más de lo normal y se ve afectado el buen funcionamiento de los riñones.
  • Un aporte insuficiente de agua provoca retención de sodio y la aparición de edemas.
  • Se puede ver ralentizada la circulación sanguínea.
  • La piel, el cabello y las uñas se vuelven más vulnerables a la acción de agresiones externas (el sol, la contaminación, los baños prolongados y el uso exagerado de esponjas y jabones).
  • Se ve afectado el rendimiento en el estudio, en el trabajo y en el ejercicio diario.
  • Con la deshidratación aparecen dolores de cabeza y migraña.

 

Los expertos en nutrición recomiendan las aguas de manantial, que proceden de las altas montañas y se han filtrado a través de las rocas graníticas. Contienen la menor cantidad posible de minerales (consideradas aguas blandas) ya que son las aguas más puras de la naturaleza.

Son, por tanto, unas aguas no tratadas, potables por naturaleza, que se embotellan tal como brotan del suelo. Están controladas por el Ministerio de Sanidad y no tienen ninguna acción terapéutica definida. Su origen debe aparecer en el etiquetado.

También se pueden consumir las aguas minerales embotelladas. Son aguas de origen natural y pureza microbiológica, que por su contenido en sales minerales, se les atribuyen propiedades terapéuticas. Sus beneficios para la salud están oficialmente reconocidos por la OMS y su distribución autorizada por el Ministerio de Sanidad y Consumo.

¿Qué otros líquidos pueden  hidratar?:

  • Los zumos de fruta. Son una fuente importante de azúcares de absorción rápida, de vitaminas y de minerales (si se preparan en casa). No se debe abusar de estos líquidos porque son calóricos, en especial los industriales que suelen contener azúcar añadida.
  • La leche sola, aporta proteínas de buena calidad y también es una rica fuente de calcio. Si se acompaña de cacao, miel, azúcar, etc., su contenido calórico y de azúcares aumenta, por lo que su consumo debe ser moderado.
  • Las sopas y los purés de verduras. Son poco calóricos y contienen vitaminas y minerales. Se recomiendan siempre las preparaciones caseras y limitar las industriales ya que son más energéticas y ricas en sodio (contraindicadas en las dietas de personas hipertensas).
  • No es recomendable el exceso de bebidas refrescantes azucaradas (refrescos de cola, limonada u otras bebidas de frutas), bebidas alcohólicas o bebidas excitantes (café, té, refrescos de cola). Hay que moderar su consumo ya que la cafeína es una sustancia que crea adicción.

ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

Los ácidos grasos esenciales son ácidos grasos poliinsaturados que nuestro organismo necesita y no es capaz de sintetizar, por lo que precisa  incorporarlos a través de los alimentos cada día.

Son los ácidos linoleico (omega 6) y alfa-linolénico (omega 3).

El ácido linoleico es importante por su intervención en la síntesis de prostaglandinas y abunda sobretodo en los aceites de semillas (girasol, maíz, soja, cacahuete). A partir de este nuestro organismo es capaz de sintetizar el ácido araquidónico (este no se considera esencial, siempre que a través de la alimentación se aporte la cantidad suficiente del primero).

El ácido alfa-linolénico forma parte de la familia de los omega 3 e interviene en la formación de estructuras celulares del sistema nervioso. A partir de el nuestro organismo es capaz de sintetizar otros ácidos grasos omega 3 como el ácido eicosapentanoico (EPA) y el ácido docosahexanoico (DHA).

Lo encontramos presente especialmente en el pescado azul como la sardina, salmón o atún. También podemos encontrarlo en el aceite de lino, colza,  nuez,  soja,  frutos secos (piñones, nueces, pistachos, avellanas, las almendras, etc.) y en la leche materna.

SOBRE LA FIBRA…

El nombre de fibra hace referencia al material que forma las paredes de las células vegetales y constituye el esqueleto de sostén de las plantas. Se trata de un material que no es digerible por las enzimas digestivas del hombre y, por lo tanto, no proporciona calorías. Aún así, es indispensable para una buena digestión porque facilita el tránsito intestinal de los alimentos y regula la absorción de energía.

Según las propiedades físicas y el efecto fisiológico que produce en nuestro organismo la podemos clasificar en fibra soluble y fibra insoluble.

La fibra soluble se compone por gomas, pectinas, mucílagos, polisacáridos de algas, fructopolisacáridos y fructoligosacáridos, almidón resistente, polidextrosa y betaglucanos. Se puede disolver en agua y su principal función es la de absorber grasas y azúcares, por lo que ayuda a controlar los niveles de colesterol y de glucosa en sangre (beneficiosa para personas con los niveles altos de colesterol en sangre y para diabéticos).

Contienen esta fibra alimentos como la soja, la avena, el salvado de avena, la cebada, el membrillo, las zanahorias, la cebolla, la manzana, la naranja, las fresas, las frambuesas, las mandarinas, los dátiles, las patatas y las almendras.

 La fibra insoluble se compone por celulosas, hemicelulosas y lignina. Al contrario que la soluble, no se pude disolver en agua. Su principal función es la de aumentar el volumen de la masa fecal, ablandar su textura (facilitando la expulsión) y de esta forma, aumentar el tránsito intestinal.

Un aporte adecuado de este tipo de fibra evita el estreñimiento y la aparición de complicaciones digestivas como la diverticulitis o el cáncer de colon.

Contienen esta fibra alimentos como los cereales integrales (arroz, trigo, etc.), el salvado de trigo, el salvado de maíz, la lechuga, la col, el tomate, los garbanzos, las lentejas, las alubias y las habas.

Hay algunos alimentos que contienen las dos fibras en proporciones iguales como por ejemplo el pan blanco (refinado), el arroz blanco, la pasta italiana blanca, la zanahoria, los espárragos, los guisantes y el plátano.

Por la fermentación de las fibras, en especial de las solubles, se originan los llamados ácidos de cadena corta (butírico, propiónico, etanoico), sustancias que colaboran en el mantenimiento de la mucosa del colon.

Una alimentación variada aporta la cantidad necesaria de 25 a 30 gramos diarios para los adultos. Un consumo excesivo (más de 50 gramos diarios) por el abuso de alimentos integrales o complementos dietéticos aumenta la excreción intestinal de minerales como el calcio, el hierro o el cinc y llegar a provocar déficit de estos elementos. También puede causar flatulencias o gases formados por la fermentación bacteriana en el colon, dolores abdominales e incluso diarrea.

Hay que tener en cuenta que al cocer los alimentos la fibra pierde parte de sus propiedades, por lo que se recomienda que una parte importante de los vegetales de la dieta diaria se consuman en crudo. Para aprovechar el aporte máximo de fibra en las frutas debemos consumirlas crudas y con su piel (el zumo pierde casi toda la fibra).

TRATAMIENTO PARA LA LITIASIS ÚRICA

Debe ser una dieta pobre en purinas (xantina, hipoxantina, adenina y guanina) y mantener la orina alcalina mediante la toma de agua con bicarbonato sódico o de ciertas aguas minerales ricas en bicarbonato (más de 1500 mililitros al día), con capacidad de deshacer los cálculos. Además, se pueden tomar zumos de cítricos diluidos, infusiones y té suaves, y mosto de manzana diluido.

Por el contrario, hay que evitar las bebidas azucaradas y bebidas alcohólicas, en especial la cerveza.

Entre los alimentos con un alto contenido en purinas se encuentran las vísceras de animales (sesos, riñones, hígado, lengua), carnes rojas, carnes de caza, pescados azules como las anchoas, sardinas y arenques, trucha y salmón, mariscos y derivados del cerdo.

Entre los vegetales hay que evitar el apio, berro, espárragos, coliflor, espinacas, champiñón, guisantes, judías verdes y blancas, lechugas, lentejas, perejil y rábano.

Los pacientes con este tipo de litiasis pueden consumir alimentos como la leche y derivados, huevos, cereales, pastas alimenticias, patatas, verduras y hortalizas (menos las indicadas), azúcar, miel, café y té (la cafeína y la teína se parecen químicamente a las purinas pero no se transforman en ácido úrico).

Si no se reduce el ácido úrico circulante, bien sea por una eliminación deficiente o por un aumento en su producción asociado a un exceso de ingesta de alimentos ricos en purinas que son metabolizadas por el organismo a ácido úrico, puede aparecer la gota, una enfermedad metabólica persistente en la que el ácido úrico se deposita en las zonas blandas de las articulaciones en forma de cristales afilados, produciendo inflamación con dolor intenso, sobretodo en los pies y las piernas (ataque de gota agudo).

Si los ataques de gota son persistentes se producen lesiones deformantes en las articulaciones, formando los llamados tofos gotosos que producen las lesiones de la artritis gotosa crónica.