¿SABES DE QUE ESTÁN HECHAS LAS CHUCHES?

Los niños se pierden por las chucherías y no nos engañemos, para muchos adultos resultan una auténtica tentación. Comer chucherías es un verdadero placer pero siempre que se haga con moderación. Su consumo frecuente o excesivo favorece la obesidad y las alteraciones del metabolismo de la glucosa.

No es necesario prohibirlas, aunque su  ingesta debe ser limitada a ocasiones especiales. Hay que establecer un máximo de chucherías a la semana y días sin ellas para que los niños comprendan que son excepciones (los domingos, un cumpleaños, una celebración,…).

Cuál es su composición

El término «chucherías» se utiliza para designar diferentes tipos de productos dulces, tales como caramelos, chicles, confites y golosinas. El Código Alimentario clasifica estos productos entre los denominados «productos de confitería», junto a turrones y mazapanes.

Están compuestas por una pasta maciza elaborada a partir de azúcar, aromatizada y coloreada gracias al uso de diferentes aditivos y que se presenta con formas y tamaños variados, muy atractivos para los más pequeños.

Los principales nutrientes que contienen son los glúcidos simples o “azúcares” tales como la glucosa, fructosa y sacarosa. Suponen alrededor de un 75% del peso total.

La proteína más utilizada es la gelatina, y su proporción oscila entre un 5% y 7%, aunque algunas chucherías contienen menos. Esta aporta su textura gomosa característica y es incompleta en cuanto a aminoácidos esenciales. No aporta las cantidades necesarias de metionina, lisina y triptófano.

En general, son productos pobres en grasa. Generalmente aportan menos del 1%.

También contienen agua, la mayoría un 14% aproximadamente.

Aportan una media de 335 kcal por cada 100 gramos.

Alto contenido de aditivos alimentarios

Entre los aditivos más utilizados se encuentran:

  • Los aromas, que proporcionan olor y sabor.
  • Los acidulantes, que se utilizan como complemento de aromatización y/o conservación. Entre los más empleados son el ácido cítrico, ácido láctico, ácido málico y ácido tartárico.
  • Los gelificantes, que forman un gel durante el enfriamiento. Los más empleados son el agar-agar, almidón modificado y pectinas.
  • Los colorantes, que dan color a las materias primas, azúcar y jarabe de glucosa, ambos incoloros.

Los más utilizados son la tartracina (E-102), amarillo de quinoleína (E-104), amarillo anaranjado (E-110), azorrubina (E-122), rojo cochinilla (E-124), rojo altura (E-129) y azul patente (E-131).

Riesgos sobre la salud de los niños

  • Inapetencia:tomarlas entre horas y sin control provoca falta de apetito cuando llega la hora de las comidas principales, ya que sus calorías sacian. Son alimentos que aportan energía pero nada de nutrientes esenciales como vitaminas o minerales (son calorías vacías).
  • Malas digestiones e hinchazón abdominal.
  • Infecciones de hongos, bacterias y parásitos.
  • Caries:las chucherías contienen glúcidos simples que son fermentados por las bacterias de la placa dental y contribuyen a la formación de caries. Los dientes deben ser lavarlos siempre después de comerlas para evitar restos de azúcares en la boca.
  • Alergias:debido a la presencia de los aditivos que dan color, sabor y aroma.  Algunos pueden favorecer reacciones y erupciones en la piel (urticarias o brotes de dermatitis atópica) e incluso ataques de asma (colorantes azoicos). Se incluyen en este grupo la tartracina (E102), amarillo de quinoleína (E104), amarillo anaranjado S y amarillo ocaso FCF (E110), azorrubina o carminosina (E122), rojo cochinilla A (E124), rojo allura AC (E129) y azul patente V (E131).
  • Trastornos en el comportamiento de los niños: algunos estudios concluyen que algunos aditivos utilizados en la fabricación de chucherías como el E110, E122, E102, E124, E211 (benzoato sódico), E110 y E129 parecen incrementar los niveles de hiperactividaden los niños de la población general y no sólo en aquellos que ya tienen diagnosticado un trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Entre los efectos provocados por estos aditivos destacan el  incremento de comportamientos impulsivos y la dificultad para concentrarse, especialmente en la lectura.
  • Atragantamiento: su textura gomosa se mastica con dificultad, lo que puede provocar atragantamientos que podrían desembocar en asfixia, especialmente las más grandes.
  • Obesidad:se trata de productos hipercalóricos. Si la cantidad de azúcares ingerida sobrepasa los límites de almacenamiento, el exceso de glucosa en sangre se transforma fácilmente en grasa en el tejido adiposo. El abuso de dulces predispone, además, a la diabetes y a los problemas cardiovasculares.

 

QUINUA

La quinua es una planta que crece en los alrededores del lago Titicaca (Perú y Bolivia). Fue domesticada por los pueblos de América entre los años 3.000 y 5.000 antes de Cristo. Fue cultivada y consumida por las civilizaciones prehispánicas, pero a la llegada de los españoles se reemplazó por los cereales, aunque hoy día aún representa un alimento importante en la alimentación de los pueblos quechua y aymara de las zonas rurales de la región andina de América del Sur.

Su producción se ha triplicado en los últimos años por sus interesantes propiedades nutricionales. Actualmente la encontramos en más de 70 países.

Aunque muchos lo piensen, la quinua no es un cereal (gramínea). Se parece, por eso la encontramos en los supermercados junto al arroz integral, avena, espelta, cebada, mijo, maíz, centeno o trigo.

Pertenece a la familia de las quenopodiáceas como las espinacas, acelgas y  remolacha, pero se compara con los cereales por su composición y su forma de comerlo.
De esta planta se aprovecha tanto sus semillas (quinua) como sus hojas, que se consumen como cualquier otra verdura.

Es una semilla considerada pseudocereal. Los granos suelen cocinarse como el arroz o bien, utilizarse tostados para la elaboración de harina.

Se cocina más rápido que los cereales y si no se lava antes de ser cocinada deja un característico sabor amargo.

¿Por qué incluirla en tu alimentación?

Una de sus principales cualidades nutricionales es su riqueza en proteínas de buena calidad. A diferencia de los cereales contiene todos los aminoácidos esenciales, por lo que es interesante en las dietas en las que hay poco aporte de alimentos de origen animal. Entre los más interesantes se encuentran la lisina, arginina e histidina, esenciales para el desarrollo durante la etapa infantil.

A diferencia de las legumbres, contiene metionina y cisteína, aminoácidos azufrados imprescindibles para el buen estado de la piel, tendones y ligamentos.

Además, cabe destacar su aporte en hierro, calcio, fósforo y vitaminas del grupo B, especialmente la B2 y la B9.

Su riqueza en vitamina E hace que sea un alimento potencialmente antioxidante.

Su contenido en fibra dietética es superior a la mayoría de cereales, por lo que es buena aliada para combatir el estreñimiento.

Su perfil graso es también destacable. La gran mayoría de grasas que contienen son poliinsaturadas. Los ácidos linoleico y linolénico se consideran ácidos grasos esenciales, ya que no los puede fabricar el organismo.

Por último, la quinua puede ser un alimento muy útil en las dietas de las personas con enfermedad celíaca porque no contiene gluten.

ALERGIAS Y ETIQUETADO (I)

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de legumbres en alimentos manufacturados.

  • Almidones, aromas naturales, caldos vegetales, gomas, harinas, margarinas y proteínas vegetales.
  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de soja: salsa de soja, salsa tamari, sucedáneos de carne (hamburguesas, salchichas, patés, etc.), tofu, aceite de soja, aceite vegetal o aceite vegetal parcialmente hidrogenado (salsas, galletas, etc.) y E-322 (lecitina de soja).
  • Estabilizantes y espesantes en alimentos envasados que contienen legumbres: E-410 (algarrobo o garrofín), E-412 (guar), E-413 (traganto) y E-414 (goma arábiga).

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de cereales en alimentos manufacturados.

  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de arroz: sake, licuados de arroz y almidón de arroz.
  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de maíz: levadura en polvo, caramelo (suele usarse jarabe de maíz), dextrina, maltodextrina, dextrosa, fructosa, glucosa delta lactona, azúcar invertido, jarabe invertido, malta, jarabe de malta, extracto de malta, monoglicéridos, diglicéridos, glutamato monosódico, sorbitol y almidón de maíz.
  • Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de trigo: todas las clases de harina de trigo, gluten, escanda, germen de trigo, malta de trigo, almidón de trigo, almidón gelatinizado, almidón modificado, proteína vegetal hidrolizada, kamut, condimentos naturales, salsa de soja y chicles.

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de frutas y hortalizas en alimentos manufacturados.

  • Aromas (medicinas, chucherías, pasta de dientes), yogures y otros postres lácteos, zumos, macedonias, potitos, cereales, chocolates, tartas, pan, helados, gelatinas con frutas, mermeladas, licores y frutas escarchadas y frutas desecadas.

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de proteína de leche de vaca en alimentos manufacturados.

  • Todos los derivados lácteos: yogures, quesos (incluido el mozzarella), flanes, natillas, cuajadas, mantequilla, nata, etc., productos de panadería, pastelería y bollería, algunos potitos, papillas y cereales, algunas bebidas (batidos, zumos y horchatas), ciertos embutidos (jamón cocido, salchichas, chorizo, salchichón, etc.), cubitos de caldo y sopas de sobre y salsas, fabadas, cocidos y otras conservas, grasas animales y proteínas animales, algunos azúcares, caseína, caseinatos y proteínas de la leche, suero lácteo, lactosa, chicles o pastas de dientes que contengan recaldent (derivado de la caseína), algunos aditivos alimentarios (conservantes, acidulantes, emulgentes, espesantes basados en caseinatos, etc.) y colorante caramelo ( a veces se obtiene de caramelizar la lactosa).

 

ALERGIAS Y ETIQUETADO (II)

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de pescado en alimentos manufacturados.

  • Sopas, caldos, pizzas, preparados para paella, rollitos congelados de cangrejo, pollos alimentados con harinas de pescado, gelatinas, harinas de pescado, productos enriquecidos con omega 3 procedente de pescado.

 Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de marisco en alimentos manufacturados.

  • Sopas, caldos, pizzas, preparado para paella, rollitos congelados de cangrejo y ensaladas.

 Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de huevo en alimentos manufacturados.

  • Huevo, huevo en polvo y sucedáneos de huevo, albúmina, pastelería y bollería (pasteles, galletas, bollos, magdalenas, bizcochos, brillo de bollería, etc.), dulces hojaldrados y empanadas, caramelos, turrones, flanes, cremas, helados y merengues, algunas salsas como la mayonesa y sus derivados, pastas al huevo, algunos potitos, algunos fiambres, embutidos, salchichas y patés, algún pan rallado, preparados a base de rebozados, vinos clarificados con clara de huevo, sopas, consomés, gelatinas y purés preparados y cafés capuchinos y cafés crema (la espuma blanca puede ser obtenida a base de huevo).

Productos, ingredientes y denominaciones que pueden indicar la presencia de frutos secos en alimentos manufacturados.

  • Cacahuete o maní o arachis (aunque realmente es una legumbre, puede considerarse como fruto seco), almendras, nueces, nuez moscada, nuez pacana, nuez macadamia, nuez del Brasil y nuez dura americana, anacardos, avellanas, pipas de girasol, pistachos, piñón y castañas.
  • Mazapán, pasta de almendra, turrones y bombones.
  • Frutos secos artificiales.
  • Pastas y cremas que contengan frutos secos (tipo nocilla, etc.), mantequilla de frutos secos (manteca de cacahuete, etc.) y aceite de frutos secos.
  • Satay o saté (salsa de cacahuete).
  • Productos de repostería y panadería que contengan frutos secos (panes de semillas, etc.).
  • Proteína vegetal hidrolizada.
  • Algunos alimentos étnicos.
  • Productos denominados «emulsified» o «emulsionados».
  • Salsas barbacoa, pesto, inglesa, etc.
  • Cereales, galletas saladas, helados, etc.

DIABETES E HIPOGLUCEMIA

En la hipoglucemia los niveles de glucosa bajan más de lo normal. Cuando el nivel de glucosa baja, las células no disponen de la energía necesaria para su funcionamiento, y el organismo reacciona emitiendo unas señales de aviso: la reacción. Conocer los signos de esta reacción es vital para evitar complicaciones.

La hipoglucemia puede aparecer cuando se deja pasar la hora de la comida, cuando se ha realizado más ejercicio del programado sin que se haya ajustado la dieta o la medicación,  cuando la dosis de medicamento (de insulina o de hipoglucemiante oral) ha sido excesiva, por exceso de alcohol (sobretodo cuando no se acompaña de alimentos) o en caso de diarreas o vómitos continuados.

Los signos de hipoglucemia son inicialmente un fuerte dolor de cabeza, sensación de hambre, sudoración fría, cambio de carácter o de estado de ánimo, dolor abdominal y temblores. Si no se corrige, aparece adormecimiento, somnolencia, mareos, vértigo, comportamientos extraños, visión borrosa y dificultad  para pensar o hablar. Cuando la hipoglucemia se pronuncia aún más aparecen convulsiones, alteración de la conciencia e incluso coma.

A veces, los signos de hipoglucemia pueden ser poco marcados y no llamar la atención lo suficiente debido a que muchos de ellos son dependientes del funcionamiento del sistema nervioso vegetativo, y éste puede ser hipofuncionante en el Síndrome de Down. Por ello,  la expresión de los síntomas puede ser muy pobre. Será necesario analizar bien cuáles son los más destacables y comunicarlos a los cuidadores, profesores, etc.

Es importante que el diabético con Síndrome de Down aprenda a pedir atención y ayuda en caso de aparición de estos síntomas. Tendrá que decir  “Soy diabético, me siento mal y midan mi glucosa”. Lo mejor es que lleve siempre consigo una tarjeta de identificación con todos los datos muy claros.

Para tratar la hipoglucemia se deben administrar de 10 a 15 gramos de hidratos de carbono simples (de absorción rápida): Glucosa (2 pastillas de glucosport), medio vaso de zumo de fruta natural, medio vaso de bebida azucarada (no light), 2 terrones de azúcar, 1 sobre de azúcar o un vaso de leche desnatada.

Si en 10-15 minutos no han desaparecido los síntomas se debe volver a repetir otra vez.

Si el diabético ya ha superado la hipoglucemia se deben administrar 10 gramos de hidratos de carbono de acción más prolongada para que no vuelvan a aparecer los síntomas: 20 gramos de pan (una rodaja), 3 galletas tipo maría, un vaso de leche entera, 2 yogures naturales o una pieza de fruta natural.

Si la hipoglucemia lejos de mejorar empeora puede ser que aparezca la pérdida de conciencia. En estos casos será peligroso ofrecer alimentos o líquidos por boca y se tendrá que inyectar rápidamente glucagón intramuscular o subcutáneo. Este medicamento se inyecta debajo de la piel y libera glucosa en la sangre.

SUSTANCIAS BOCIÓGENAS

La falta de yodo es perjudicial para el buen funcionamiento de la glándula tiroides.

El consumo de compuestos bociógenos presentes en lo alimentos puede agravar el trastorno o acelerar su desarrollo.

Se encuentran de forma natural en ciertos vegetales y tienen la capacidad de bloquear la absorción y correcta utilización del yodo, frenando así la actividad de la glándula tiroides.

Las hortalizas crucíferas (col o repollo, coles de Bruselas, coliflor y brócoli), nabos, rábanos y mostaza contienen glucosinolatos y progoitrina.

Los glucosinolatos dan lugar a las rodanidas (tiocianatos) por degradación enzimática (la enzima se libera al machacar o masticar las verduras crudas). Estas tienen la capacidad de inhibir la incorporación del yodo a la glándula tiroides. Si este paso no ocurre, la síntesis de la hormona tiroidea no se produce.

A partir de la progoitrina se forma la goitrina en el aparato digestivo. Esta inhibe la síntesis de la tiroxina.

El calor destruye la enzima responsable de la formación de dichos compuestos, por ello, el consumir estas verduras cocinadas no suponen ningún riesgo. Aún así, los expertos recomiendan no consumirlas en exceso si se padece hipotiroidismo, por precaución.

Las recetas con verduras crudas estarán totalmente contraindicadas en la dieta de las personas afectadas.

También contiene sustancias bociógenas la yuca. Por este motivo, siempre se debe cocinar antes de consumir. Hacerlo en crudo es nocivo ya que contiene concentrados glucósidos cianogénicos como el tiocianato y otros como la linimarina. Generalmente este alimento se consume cocinado (frito o cocido en cremas o purés) o fermentado. Su harina es utilizada para la fabricación de tortas y panes. Para ello se debe utilizar yuca descontaminada para que no resulte tóxica. Con el pelado se logra eliminar una gran parte de estos compuestos, al igual que el remojo seguido del hervido o el secado al sol durante semanas.

ALIMENTOS QUE MEJORAN EL SUEÑO

Mientras estamos durmiendo, el organismo sintetiza algunas hormonas relacionadas con el ciclo del sueño y ciertos neurotransmisores, en especial la serotonina, que actúa en casi todas las funciones cerebrales: ritmos circadianos, sueño-vigilia, temperatura corporal, percepción del dolor, funciones cognitivas (contenido de nuestros pensamientos), afectividad, etc.

Este proceso depende directamente de nutrientes específicos que se encuentran en los alimentos y actúan a nivel del sistema nervioso.

¿Que nutrientes influyen en el sueño?

Los nutrientes que dificultan el sueño aumentan la síntesis de dopamina, adrenalina y noradrenalina, sustancias que estimulan el sistema nervioso.

Los que, por el contrario, inducen el sueño aumentan la síntesis de melatonina y en especial, serotonina, sustancias que generan sensación de relajación.

– Triptófano: es un aminoácido, componente básico de las proteínas de nuestro organismo. Forma parte del grupo de aminoácidos esenciales, que no pueden ser fabricados por  nuestras células y, por lo tanto, solo podemos administrarlos a través de la dieta.

Lo encontramos sobretodo en las células de origen animal como las carnes (carne de pavo, jamón dulce, etc.), pescados (anchoas), huevos y lácteos (leche, quesos y yogures).

Aunque sea escaso en alimentos de origen vegetal, también está presente, por ejemplo en el plátano o los cereales integrales o completos.

Las células nerviosas (neuronas) lo utilizan para la producción de serotonina y melatonina

Entre sus efectos se encuentran los siguientes: estabiliza estado de ánimo y mejora el buen humor, ayuda a conciliar el sueño normalizando el ritmo de sueño-vigilia, aumenta la resistencia física (retrasa la aparición de fatiga) y reduce el apetito, ayudando a controlar la ansiedad por los dulces.

 – Vitaminas: las del complejo B actúan directamente sobre el sistema nervioso, especialmente la B1 o Tiamina y B6 o Piridoxina. La vitamina B1 es indispensable para que las neuronas puedan obtener energía a partir de la glucosa. La B6, además, junto con otros componentes, es decisiva para el metabolismo de los neurotransmisores.

El comer muchos azúcares refinados (dulces, golosinas, bollería y pastelería industrial) reduce la acción de la vitamina B1 en el sistema nervioso puesto que se precisa para poder metabolizar los azúcares. En caso de tener trastornos del sueño es recomendable evitar este tipo de alimentos.

Entre las principales fuentes de vitamina B1 se encuentran las carnes, hígado y lácteos. De origen vegetal, las mejores fuentes son los frutos secos, cereales integrales y derivados, legumbres, guisantes, patatas, naranjas, coles, espárragos, germen de trigo, levadura de cerveza, etc.

Entre las fuentes más destacables de vitamina B6 se encuentran las carnes, mariscos, hígado de pescado, yema de huevo y lácteos.  De origen vegetal, las fuentes más ricas son el germen de trigo, levadura de cerveza, cacahuetes  y cereales integrales.

– Minerales: el calcio y el magnesio son esenciales para excitabilidad nerviosa.

El calcio se encuentra en los lácteos, soja y derivados, pescados con espina, sésamo, melaza,  batidos vegetales (de almendras,  coco o avena), algas, legumbres, ciertas verduras, frutas y frutos secos.

El magnesio está en carnes, mariscos, lácteos, frutos secos y cereales integrales. El agua también contiene el mineral (hasta 120 miligramos del mineral por litro agua). Las dietas ricas en alimentos refinados suelen tener menor contenido de magnesio que las ricas en vegetales y cereales integrales.

Si existe un aporte suficiente de calcio y magnesio, el pequeño dormirá y podrá descansar mejor. Se puede ofrecer un vaso de leche antes de ir a la cama. Las cenas que contienen ensaladas, verduras de hoja verde, frutos secos o cereales integrales contienen magnesio.

– Hidratos de carbono de absorción lenta: para el buen funcionamiento del cerebro es imprescindible un aporte constante de glucosa, su única fuente de combustible. Los glúcidos presentes en los cereales integrales (pasta, arroz, pan, galletas maría y cereales de desayuno), legumbres y tubérculos estimulan la secreción de insulina, hormona que aumenta la disposición del triptófano para formar neurotransmisores.

Consejos para dormir mejor

– cenas ligeras y poco especiadas: si son abundantes y demasiado ricas en proteínas y grasas, se produce una mayor secreción de ácido clorhídrico que aumenta la acidez, alarga la digestión y dificulta la conciliación del sueño.

El exceso de proteínas además, disminuye la síntesis de serotonina y aumenta la producción de adrenalina, estimulante del sistema nervioso.

Es recomendable evitar los alimentos flatulentos por la noche como las legumbres, pimientos o coles, ya que pueden provocar dispepsia.

Esperar un rato antes de ir a dormir: si se hace justo después de la cena, aumenta el contenido ácido del estómago al esófago en forma de reflujo que provoca ardor, náuseas e incluso ganas de vomitar. Es recomendable dejar pasar al menos una hora entre la cena y la hora de irse a dormir para no interrumpir el sueño.

– Eliminar de la cena los alimentos excitantes: el chocolate contiene teobromina, sustancia que genera sensación de euforia, y los refrescos con cola cafeína, estimulante del sistema nervioso (causa nerviosismo, irritabilidad y menos horas de sueño).

– Evitar el exceso de líquidos por la noche: para no tener que levantarse a media noche a orinar, es preferible no abusar del agua y de alimentos demasiado diuréticos como las endibias, apio, espárragos, cebolla, melón y sandía.

– Evitar el estrés y la ansiedad: la tensión altera el ritmo circadiano.

PORQUE LIMITAR LAS GOLOSINAS

Los niños se pierden por las chucherías y no nos engañemos, para muchos adultos resultan una auténtica tentación. Comer chucherías es un verdadero placer pero siempre que se haga con moderación. Su consumo frecuente o excesivo favorece la obesidad y las alteraciones del metabolismo de la glucosa.

No es necesario prohibirlas, aunque su  ingesta debe ser limitada a ocasiones especiales. Hay que establecer un máximo de chucherías a la semana y días sin ellas para que los niños comprendan que son excepciones (los domingos, un cumpleaños, una celebración,…).

Cuál es su composición

El término «chucherías» se utiliza para designar diferentes tipos de productos dulces, tales como caramelos, chicles, confites y golosinas. El Código Alimentario clasifica estos productos entre los denominados «productos de confitería», junto a turrones y mazapanes.

Están compuestas por una pasta maciza elaborada a partir de azúcar, aromatizada y coloreada gracias al uso de diferentes aditivos y que se presenta con formas y tamaños variados, muy atractivos para los más pequeños.

Los principales nutrientes que contienen son los glúcidos simples o “azúcares” tales como la glucosa, fructosa y sacarosa. Suponen alrededor de un 75% del peso total.

La proteína más utilizada es la gelatina, y su proporción oscila entre un 5% y 7%, aunque algunas chucherías contienen menos. Esta aporta su textura gomosa característica y es incompleta en cuanto a aminoácidos esenciales. No aporta las cantidades necesarias de metionina, lisina y triptófano.

En general, son productos pobres en grasa. Generalmente aportan menos del 1%.

También contienen agua, la mayoría un 14% aproximadamente.

Aportan una media de 335 kcal por cada 100 gramos.

Alto contenido de aditivos alimentarios

Entre los aditivos más utilizados se encuentran:

  • Los aromas, que proporcionan olor y sabor.
  • Los acidulantes, que se utilizan como complemento de aromatización y/o conservación. Entre los más empleados son el ácido cítrico, ácido láctico, ácido málico y ácido tartárico.
  • Los gelificantes, que forman un gel durante el enfriamiento. Los más empleados son el agar-agar, almidón modificado y pectinas.
  • Los colorantes, que dan color a las materias primas, azúcar y jarabe de glucosa, ambos incoloros.

Los más utilizados son la tartracina (E-102), amarillo de quinoleína (E-104), amarillo anaranjado (E-110), azorrubina (E-122), rojo cochinilla (E-124), rojo altura (E-129) y azul patente (E-131).

Riesgos sobre la salud de los niños

  • Inapetencia:tomarlas entre horas y sin control provoca falta de apetito cuando llega la hora de las comidas principales, ya que sus calorías sacian. Son alimentos que aportan energía pero nada de nutrientes esenciales como vitaminas o minerales (son calorías vacías).
  • Malas digestiones e hinchazón abdominal.
  • Infecciones de hongos, bacterias y parásitos.
  • Caries:las chucherías contienen glúcidos simples que son fermentados por las bacterias de la placa dental y contribuyen a la formación de caries. Los dientes deben ser lavarlos siempre después de comerlas para evitar restos de azúcares en la boca.
  • Alergias:debido a la presencia de los aditivos que dan color, sabor y aroma.  Algunos pueden favorecer reacciones y erupciones en la piel (urticarias o brotes de dermatitis atópica) e incluso ataques de asma (colorantes azoicos). Se incluyen en este grupo la tartracina (E102), amarillo de quinoleína (E104), amarillo anaranjado S y amarillo ocaso FCF (E110), azorrubina o carminosina (E122), rojo cochinilla A (E124), rojo allura AC (E129) y azul patente V (E131).
  • Trastornos en el comportamiento de los niños: algunos estudios concluyen que algunos aditivos utilizados en la fabricación de chucherías como el E110, E122, E102, E124, E211 (benzoato sódico), E110 y E129 parecen incrementar los niveles de hiperactividaden los niños de la población general y no sólo en aquellos que ya tienen diagnosticado un trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Entre los efectos provocados por estos aditivos destacan el  incremento de comportamientos impulsivos y la dificultad para concentrarse, especialmente en la lectura.
  • Atragantamiento: su textura gomosa se mastica con dificultad, lo que puede provocar atragantamientos que podrían desembocar en asfixia, especialmente las más grandes.
  • Obesidad:se trata de productos hipercalóricos. Si la cantidad de azúcares ingerida sobrepasa los límites de almacenamiento, el exceso de glucosa en sangre se transforma fácilmente en grasa en el tejido adiposo. El abuso de dulces predispone, además, a la diabetes y a los problemas cardiovasculares.

Opciones más saludables

Ninguna chuchería es buena, ni siquiera las que se comercializan como productos «sin azúcar», ya que contienen edulcorantes como por ejemplo el sorbitol y el xilitol. Estas sustancias consumidas en cantidades grandes pueden provocar dolores abdominales y diarreas, debido a su efecto laxante.

Si lo que quieren los pequeños de la casa son dulces, hay otras sugerencias más atractivas y saludables que las chucherías, por ejemplo las frutas escarchadas  troceadas, almendras garrapiñadas, orejones, higos y pasas. Siempre vigilando y supervisando al niño cuando las ingiera.

 

TRASTORNOS DEL SUEÑO EN EL NIÑO Y ALIMENTACIÓN

Entre las mayores preocupaciones de los padres en los primeros años de vida de sus hijos se encuentran el sueño y la alimentación. Ambos están íntimamente relacionados, por ello hay que conocer la composición de aquellos alimentos que pueden ser la raíz de la solución de muchos trastornos del sueño.

Las estadísticas indican que muchos niños no disfrutan de un sueño reparador, ya sea porque padecen insomnio, no duermen bien o no lo suficiente. Aunque existen muchas causas que pueden originar alteraciones del sueño, el tipo alimentación diaria influye notablemente en la calidad de las horas de sueño.

Mientras estamos durmiendo, el organismo sintetiza algunas hormonas relacionadas con el ciclo del sueño y ciertos neurotransmisores, en especial la serotonina, que actúa en casi todas las funciones cerebrales: ritmos circadianos, sueño-vigilia, temperatura corporal, percepción del dolor, funciones cognitivas (contenido de nuestros pensamientos), afectividad, etc.

Este proceso depende directamente de nutrientes específicos que se encuentran en los alimentos y actúan a nivel del sistema nervioso.

¿QUE NUTRIENTES INFLUYEN EN EL SUEÑO?.

Los nutrientes que dificultan el sueño aumentan la síntesis de dopamina, adrenalina y noradrenalina, sustancias que estimulan el sistema nervioso.

Los que, por el contrario, inducen el sueño aumentan la síntesis de melatonina y en especial, serotonina, sustancias que generan sensación de relajación.

– Triptófano: es un aminoácido, componente básico de las proteínas de nuestro organismo. Forma parte del grupo de aminoácidos esenciales, que no pueden ser fabricados por  nuestras células y, por lo tanto, solo podemos administrarlos a través de la dieta.

Lo encontramos sobretodo en las células de origen animal como las carnes (carne de pavo, jamón dulce, etc.), pescados (anchoas), huevos y lácteos (leche, quesos y yogures).

Aunque sea escaso en alimentos de origen vegetal, también está presente, por ejemplo en el plátano o los cereales integrales o completos.

Las células nerviosas (neuronas) lo utilizan para la producción de serotonina y melatonina.

Entre sus efectos se encuentran los siguientes: estabiliza estado de ánimo y mejora el buen humor, ayuda a conciliar el sueño normalizando el ritmo de sueño-vigilia, aumenta la resistencia física (retrasa la aparición de fatiga) y reduce el apetito, ayudando a controlar la ansiedad por los dulces.

– Vitaminas: las del complejo B actúan directamente sobre el sistema nervioso, especialmente la B1 o Tiamina y B6 o Piridoxina. La vitamina B1 es indispensable para que las neuronas puedan obtener energía a partir de la glucosa. La B6, además, junto con otros componentes, es decisiva para el metabolismo de los neurotransmisores.

El comer muchos azúcares refinados (dulces, golosinas, bollería y pastelería industrial) reduce la acción de la vitamina B1 en el sistema nervioso puesto que se precisa para poder metabolizar los azúcares. En caso de tener trastornos del sueño es recomendable evitar este tipo de alimentos.

Entre las principales fuentes de vitamina B1 se encuentran las carnes, hígado y lácteos. De origen vegetal, las mejores fuentes son los frutos secos, cereales integrales y derivados, legumbres, guisantes, patatas, naranjas, coles, espárragos, germen de trigo, levadura de cerveza, etc.

Entre las fuentes más destacables de vitamina B6 se encuentran las carnes, mariscos, hígado de pescado, yema de huevo y lácteos.  De origen vegetal, las fuentes más ricas son el germen de trigo, levadura de cerveza, cacahuetes  y cereales integrales.

– Minerales: el calcio y el magnesio son esenciales para excitabilidad nerviosa.

El calcio se encuentra en los lácteos, soja y derivados, pescados con espina, sésamo, melaza,  batidos vegetales (de almendras,  coco o avena), algas, legumbres, ciertas verduras, frutas y frutos secos.

El magnesio está en carnes, mariscos, lácteos, frutos secos y cereales integrales. El agua también contiene el mineral (hasta 120 miligramos del mineral por litro agua). Las dietas ricas en alimentos refinados suelen tener menor contenido de magnesio que las ricas en vegetales y cereales integrales.

Si existe un aporte suficiente de calcio y magnesio, el pequeño dormirá y podrá descansar mejor. Se puede ofrecer un vaso de leche antes de ir a la cama. Las cenas que contienen ensaladas, verduras de hoja verde, frutos secos o cereales integrales contienen magnesio.

– Hidratos de carbono de absorción lenta: para el buen funcionamiento del cerebro es imprescindible un aporte constante de glucosa, su única fuente de combustible. Los glúcidos presentes en los cereales integrales (pasta, arroz, pan, galletas maría y cereales de desayuno), legumbres y tubérculos estimulan la secreción de insulina, hormona que aumenta la disposición del triptófano para formar neurotransmisores.

CONSEJOS PARA QUE DUERMAN MEJOR.

– Ofrecer para toda la familia cenas ligeras y poco especiadas: si son abundantes y demasiado ricas en proteínas y grasas, se produce una mayor secreción de ácido clorhídrico que aumenta la acidez, alarga la digestión y dificulta la conciliación del sueño.

El exceso de proteínas además, disminuye la síntesis de serotonina y aumenta la producción de adrenalina, estimulante del sistema nervioso.

Es recomendable evitar los alimentos flatulentos por la noche como las legumbres, pimientos o coles, ya que pueden provocar dispepsia.

Esperar un rato antes de ir a dormir: si se hace justo después de la cena, aumenta el contenido ácido del estómago al esófago en forma de reflujo que provoca ardor, náuseas e incluso ganas de vomitar. Es recomendable dejar pasar al menos una hora entre la cena y la hora de irse a dormir para no interrumpir el sueño.

– Eliminar de la cena los alimentos excitantes: el chocolate contiene teobromina, sustancia que genera sensación de euforia, y los refrescos con cola cafeína, estimulante del sistema nervioso (causa nerviosismo, irritabilidad y menos horas de sueño).

– Evitar el exceso de líquidos por la noche: para no tener que levantarse a media noche a orinar, es preferible no abusar del agua y de alimentos demasiado diuréticos como las endibias, apio, espárragos, cebolla, melón y sandía.

– Eviar el estrés y la ansiedad: la tensión altera el ritmo circadiano.

ALERGIA A LOS FRUTOS SECOS Y CACAHUETES EN EDAD INFANTIL

 

  • Es importante explicar a los amigos, familiares, entrenadores o profesores de la existencia de la alergia. Mientras más gente lo sepa menos riesgo habrá de contacto con los alimentos alérgenos.
  • Cuando salgáis a algún restaurante es esencial informar a los camareros para evitar la presencia del alimento en las comidas.
  • Cuando salga de excursión, tanto monitores como profesores podrás escoger tentempiés para todo el grupo que no contengan frutos secos ni cacahuetes.
  • Es esencial enseñarlo a que sepa evitarlos por él mismo y no a depender de los demás.
  • Es importante mirar el etiquetado de los alimentos y prestar atención a la información que contienen sobre el proceso de fabricación. Algunos alimentos no contienen cacahuetes ni frutos secos, pero se han fabricado en las mismas instalaciones que otros productos elaborados con estos alimentos. Al utilizarse la misma maquinaria para fabricar diferentes productos alimentarios se produce una «contaminación cruzada». En casa, comedor escolar o cualquier restaurante puede pasar igual si, por ejemplo,  se prepara un sándwich  de manteca de cacahuete y luego se introduce el mismo cuchillo en un frasco de mermelada.
  • Atención con las siguientes leyendas, aunque en el listado de ingredientes del alimento no aparezcan frutos seco: «puede contener frutos secos», «fabricado con maquinaria compartida con frutos secos o cacahuetes» y «fabricado en instalaciones que también procesan frutos secos»
  • En caso de padecer alergia al pistacho y/o anacardo (anafilaxia por anacardiáceas) se debe eliminar de la dieta el pistacho, el anacardo y el mango (fruta que pertenece a la familia de las anacadiáceas).