SUPLEMENTACIÓN EN LA TERCERA EDAD

Una alimentación variada, equilibrada y que cubra los requerimientos calóricos aporta todos los nutrientes esenciales para la vida. Sin embargo, existen situaciones especiales acompañadas de una ingesta insuficiente (porque se come menos de lo que debería o bien porque los requerimientos están aumentados) que requieren el uso de suplementos nutricionales para evitar carencias.

Estos engloban ciertos nutrientes sintetizados en laboratorios y comercializados en las oficinas de farmacia presentes en diferentes formatos como las cápsulas, las pastillas efervescentes, las gotas o los sobres solubles.

En el proceso de envejecimiento aparecen diferentes cambios en las necesidades nutricionales de los ancianos en comparación con el resto de la población:

  • A causa de la pérdida de masa muscular y la disminución de ejercicio físico tienen un menor requerimiento energético.
  • A causa de la reducción de la síntesis proteica tienen mayores requerimientos proteicos.
  • A causa de la disminución de la motilidad intestinal tienen mayor necesidad de fibra dietética.
  • A causa de la limitación de la sensación de sed y por la reducción de agua corporal tienen mayor necesidad de líquidos para evitar deshidratación.
  • A causa de la dificultad para absorber hierro o calcio tienen mayor necesidad de estos micronutrientes.
  • A causa de la pérdida de estrógenos con la menopausia, las mujeres tienen mayor necesidad de calcio y de vitamina D.
  • A causa de la gastritis atrófica hay dificultad para absorber vitamina B12, ácido fólico, hierro, calcio y cinc, por lo que tienen mayor necesidad de estos.
  • A causa de la menor síntesis cutánea de vitamina D tienen mayor necesidad de esta.

Las personas de edad avanzada son un grupo con un riesgo aumentado de desnutrición debido a los cambios fisiológicos (disminución de la percepción del gusto, vista, oído y olfato, problemas de dentición, masticación y deglución, disminución de la secreción salival, gástrica y pancreática, cambios en la composición corporal), psico-sociales (soledad, aburrimiento, aislamiento, ingreso en instituciones geriátricas) y económicos relacionados con el proceso de envejecimiento, que  frecuentemente van unidos a diferentes procesos patológicos (enfermedades crónicas o agudas, polimedicación continuada que interfiere con la ingesta, absorción y metabolismo de algunos nutrientes y discapacidades).

En los más mayores, se recurre a la prescripción de suplementos nutricionales en las siguientes situaciones:

  • Aumento de la demanda nutricional: neoplasias, grandes quemados, fiebre, sepsis, infección, fibrosis quística, gastrectomías y periodos postoperatorios.
  • Trastornos de la digestión y de la absorción: enfermedad inflamatoria intestinal, pancreatitis, diarreas crónicas y síndrome de intestino corto.
  • Disminución de la ingesta oral: dentición inadecuada, anomalías mecánicas de la deglución o dentición, causas psicológicas (anorexia nerviosa, enfermedad de Alzheimer, depresión), enfermedades neurológicas (accidentes cerebro vasculares, traumatismo craneocefálico, esclerosis múltiple, tumores cerebrales y enfermedades neurodegenerativas) y anorexia consecuencia de la quimioterapia, la radioterapia, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la insuficiencia cardiaca, etc.