TERAPIA NUTRICIONAL EN CASO DE ÚLCERA

Las úlceras son erosiones en el revestimiento del estómago (úlcera gástrica), duodeno (úlcera duodenal), o ambos (úlcera péptica).

La mayoría aparecen en la primera capa del revestimiento interior y, si el orificio lo atraviesa por completo, se denomina perforación del revestimiento intestinal.

El origen de su aparición puede ser diverso. Se debe a un desequilibrio entre la secreción ácida del estómago,  una  enzima llamada pepsina y las defensas naturales del revestimiento del estómago que lleva a que se presente inflamación.

La toma de ciertos fármacos como el ibuprofeno o la aspirina puede complicar la situación.

Su aparición es más frecuente en caso de gastritis crónica, edad avanzada, consumo de alcohol, tabaquismo, infección por Helicobacter pylori, ventilación mecánica (ser puesto en un respirador) y ciertos problemas con la coagulación de la sangre.

Puede ser asintomática, aunque es frecuente el dolor o malestar abdominal tras las 2-3 horas de la ingesta y empeora cuando no se come. Además, a veces aparecen nauseas, indigestión abdominal, pirosis, vómitos sanguinolentos, sangre en las heces (heces negras y pegajosas), fatiga y pérdida involuntaria de peso. En los casos más graves aparece hemorragia digestiva, penetración, perforación  y estenosis del píloro.

Su tratamiento incluye antibióticos contra la bacteria Helicobacter pylori y medicamentos que disminuyen la secreción ácida del estómago del 60 al 80% y mejoran la sintomatología.

A través de la dieta no se logra favorecer la cicatrización pero resulta útil para calmar y evitar el dolor, que tiende a disminuir con la ingesta de ciertos alimentos y a agravar con la de otros.

Para evitar la aparición de dolor es recomendable comer a menudo, en pequeñas cantidades y poco copiosas (así se evita la excesiva distensión del antro gástrico, ya que esto puede aumentar la secreción ácida), evitar las preparaciones culinarias que provoquen molestias y todos los irritantes químicos y físicos.

Se deben eliminar los alimentos considerados irritantes físicos como las carnes fibrosas, cereales de grano entero, frutas crudas, verduras y hortalizas crudas, alimentos o platos salados, embutidos, pescados azules, marisco, café (incluso el descafeinado) y té (no existe evidencia que su consumo interfiera en la cicatrización, aunque es un estimulante de la secreción gástrica, favoreciendo el reflujo gastro-esofágico), alcohol en exceso (lesiona la barrera mucosa del estómago y ocasiona gastritis), azúcar en exceso, chocolate, especias, condimentos y fritos.

También los considerados irritantes químicos tales como los extractos y caldos de carne, salsas ácidas como la de tomate, frutas y zumos ácidos.

Se puede consumir lácteos, pasta, arroz, pan blanco (mejor tomarlo tostado o del día anterior), carnes de ternera, pollo, cordero, cerdo, caballo, buey, conejo (tiernas, eliminando las partes fibrosas y la grasa visible, cocinadas a la plancha o bien hervidas), jamón cocido poco salado, pescados magros cocinados hervidos, a la plancha (si se toman rebozados, teniendo precaución de eliminar el rebozo antes de tomarlo), huevos pasados por agua o en tortilla, frutas cocidas hervidas o al horno tipo manzana o pera, dulce de membrillo, verduras en forma de puré o masticadas cuidadosamente tipo acelgas, espinacas, judías verdes, zanahoria hervida, aceites vegetales, mantequilla y margarina con moderación y galletas tipo Maria.